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recordando a su madre como una t�pica ama de casa de zapatos cómodos que la
llevaba en furgoneta al colegio. .
Por supuesto, cielo. Toda la escuela lo estaba.
Aquello fue demasiado para tu abuela. Cuanto m�s alocada era tu madre, m�s
estrictos intentaban ser Bessie y Herb. Era un c�rculo vicioso.
�Y Bessie ten�a miedo de que yo fuese como mi madre?
Ten�a miedo de no saber educarte. Le costaba trabajo manifestar sus emociones y
t� estabas destrozada cuando viniste aqu�. Me temo que no era una buena
combinación.
Julie asintió. Ella cre�a que Bessie no la quer�a. Nunca se le hab�a ocurrido pensar que
su abuela no supiese manifestar su cari�o.
Julie se despidió de Betty, agradecida, y se volvió a su casa con otra perspectiva de
Ferndale. Ahora se daba cuenta de que no era el pueblo lo que no le hab�a gustado,
sino las circunstancias que la hab�an llevado all�. Tony ten�a razón.
Tony. Lo echaba de menos. Cuando se marchase, lo extra�ar�a m�s de lo que estaba
dispuesta a admitir. Pero se marchar�a, porque Tony era una verdadera amenaza.
Pod�a enamorarse de el. Y cuando uno se enamoraba, pod�a sufrir. La �nica forma de
no sufrir era empezar por no enamorarse.
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Cap�tulo 13
LA CASA est� acabada.
Julie se encontraba en la acera y lo dijo nuevamente, hablando sola.
El jard�n era un desastre, pero eso era f�cil de arreglar.
Durante todo el verano pensó que la alegrar�a decir aquellas palabras, pero ahora
sonaban huecas.
Siempre se sent�a as� al acabar alg�n proyecto importante. Le hab�a sucedido lo
mismo cuando acabó la universidad, creyó que se sentir�a eufórica, pero, en realidad,
se sintió triste. Qu� tonter�a. Necesitaba volverse a Los Angeles y prepararse para
comenzar el colegio. Ten�a que seguir ense�ando hasta que se vendiese la casa, y
qui�n sabe lo que tardar�a en venderla.
Tony salió al porche. Haciendo caso omiso al bote que le dio el corazón, Julie lo
saludó, haciendo que �l bajase los escalones con sus movimientos flexibles y atl�ticos
y se acercase a ella.
�Admirando tu trabajo?
No sonrió ella, intentando dominar su melancol�a. Prefer�a no pensar en lo
mucho que lo echar�a de menos . Admirando tu trabajo. No lo podr�a haber hecho
sin ti.
�Cómo que no? dijo �l, pas�ndole un brazo por los hombros . �Y todos tus
libros de bricolaje?
Lo digo en serio dijo ella, propin�ndole un codazo. Se apartó de �l. Su cari�oso
contacto le causaba demasiado placer . Gracias.
�Sentimientos peligrosos�, le advirtió una vocecilla interior.
De acuerdo se encogió de hombros �l . Entonces, de nada.
Siento no poder pagarte inmediatamente dijo Julie, haciendo caso omiso a la
breve expresión de mortificación que se reflejó en los ojos de �l.
No hay problema, de todos modos es dinero que pensaba ahorrar dijo �l,
mir�ndola fijamente, intentando ver m�s all� de su sonrisa.
�Quieres que lo celebremos? le preguntó ella, manteniendo su compostura con
un esfuerzo. No ten�a deseos de celebrar nada.
Claro dijo Tony, y su rostro se relajó . �Qu� quieres, cenar en el Victoria Inn?
Oh, no. Eso ser�a como una cita, una cita rom�ntica. Solo eran amigos.
Pensaba m�s en cenar aqu� se apresuró a decir . Quiz� una botella de vino.
De acuerdo asintió �l.
Se hizo un silencio.
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No hab�a que darle demasiada importancia, se dijo Julie. Una cena agradable entre
dos amigos y luego una r�pida despedida. Tony no ten�a por qu� quedarse a dormir.
El trabajo estaba acabado.
�Por qu� sent�a deseos de llorar, entonces? �Adelante, Julie. Esto es por lo que has
estado trabajando todo el verano�.
Tengo que arreglarme dijo, mir�ndose la ropa manchada de pintura . Luego ir�
a la inmobiliaria y firmar� los papeles para ponerla en venta oficialmente. No s� lo
que tardar�.
Mientras tanto, yo ir� a hacer algunas compras y me ocupar� de la cena.
Ten�a la esperanza de que te ofrecieses a hacerlo.
Me lo imaginaba rio �l.
Julie subió y buscó una falda, una camiseta, ropa interior limpia y un par de
sandalias y se dirigió al ba�o. Mientras se duchaba y vest�a intentó no pensar en
Tony para no acordarse de lo mucho que lo echar�a de menos. En vez de ello, pensó
en el trabajo del jard�n y la limpieza que tendr�a que hacer antes de que el agente
inmobiliario comenzase a mostrar la casa.
Quiz� colgar un helecho en el porche delantero y alguna planta dentro para darle
mayor calor de hogar. Todav�a ten�a los muebles y si los nuevos due�os no los
quer�an, Foggy Bottom se los aceptar�a.
Cuando se fuese a Los Angeles, tendr�a que asegurarse de que el agente o alguien
m�s le regase el jard�n y las plantas.
Cuando se fuese. Cre�a que volver a Los Angeles la har�a sentirse m�s feliz.
Nuevamente intentó olvidar su melancol�a. Tony querr�a volver a trabajar en su casa.
Ten�a que acabarla antes de que comenzase el fr�o, para poder mudarse.
Aquella casa era el sue�o de �l, al igual que la escritura era el sue�o de ella.
Sue�os distintos, ciudades distintas, como correspond�a.
Cuando salió del ba�o, Tony se hab�a ido y la casa se encontraba muy vac�a.
Julie fue andando las dos manzanas hasta la inmobiliaria. El agente se mostró
entusiasmado y le dijo que ten�a un par de posibles clientes. Hablaron de precios de
casas victorianas que se hab�an vendido �ltimamente y las compararon con la de
Julie. Ella decidió ponerle un precio un poquito m�s alto para pagarle a Tony.
Siempre se pod�a bajar si era necesario. Cuando por fin acabó en la inmobiliaria, ya
era de noche.
�aminó en la c�lida y aterciopelada noche estival y se detuvo frente a la casa. Miró el
edificio con ojos cr�ticos, intentando pensar en cómo la ver�a alguien que la estuviese
mirando por primera vez.
Era encantadora, con su amplio porche sus l�neas armoniosas. El sitio no pod�a ser
m�s bonito, en aquella calle tranquila con casas de la misma �poca.
Tony abrió la puerta de entrada, como si la hubiese estado esperando. Hac�a mucho
que nadie la esperaba y le agradó la sensación de que le diesen la bienvenida.
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�Qu� haces all� en la oscuridad?
Intento verla con los ojos de un posible comprador rio ella, subiendo la
escalinata.
Entra dijo �l, manteniendo la puerta abierta . Est� todav�a mejor dentro.
Ella lo siguió. Se o�a una m�sica suave que proven�a de la radio y del patio trasero le
llegó aroma de carne asada.
�Est�s haciendo barbacoa?
S�. Ayer traje mi asador port�til.
Oh, qu� bien huele dijo ella, sigui�ndolo a la cocina.
Hab�a tambi�n un gran cuenco de ensalada verde y pan franc�s cortado en una
cestita.
Tony le alargó una copa de vino tinto, luego agarró la suya, que estaba medio llena.
Chocó suavemente con ella la copa de Julie.
Un brindis por el fin de las obras le dijo.
Julie asintió con la cabeza y tomó un sorbo. Luego chocó con su copa la de �l.
Por ti, por no decirme ni una vez: �Te lo dije!�
Podr�as haber hecho casi todo sola si no te hubieses roto la clav�cula.
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