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acciones. De una forma instintiva elegimos el motivo más altisonante. La
señora Leidner pudo creer que era el patriotismo lo que la inspiró, pero es-
toy convencido de que aquello fue la forma de expresar un oculto deseo de
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Agatha Christie
desembarazarse de su marido. Odiaba ser dominada... no le gustaba la idea
de pertenecer a otro; en resumen, no le apetecía desempeñar un segundo
papel. Se escudó en el patriotismo para ganar su libertad.
»Pero en el fondo de su conciencia había un torturante sentimiento de cul-
pabilidad, que debía jugar un importante papel en su destino futuro.
»Y llegamos ahora a la cuestión de los anónimos. La señora Leidner era
muy atractiva a los ojos de los hombres. En varias ocasiones ella se sintió
también atraída por ellos, aunque en cada caso jugó su parte uno de los
anónimos y el asunto no pasó adelante.
»¿Quién escribió aquellas cartas? ¿Frederick Bosner, su hermano William o
la propia señora Leidner? Cualquiera hubiese podido ser.
»Para cada una de esas teorías existe una buena explicación. Me parece evi-
dente que la señora Leidner era una de esas mujeres que pueden inspirar
devociones ardientes en los hombres; una devoción que puede acabar en
obsesión. No estimo disparatado creer en un Frederick Bosner para quien
Louise, su esposa, importaba más que nada en el mundo. Ella le traicionó
una vez y él no se atrevía a acercársele abiertamente, si bien estaba dis-
puesto a que no fuera de nadie más. Prefería verla muerta a que pertene-
ciera a otro hombre.
»Por otra parte, si la señora Leidner sentía una profunda aversión a ligarse
con el lazo del matrimonio, parece posible que hubiera elegido aquella
manera de excusar toda postura difícil. Era una cazadora a quien no le in-
teresaba lo más mínimo la caza una vez abatida. Como ansiaba mezclar el
drama con su vida, inventó uno a su entera satisfacción. Un marido resuci-
tado que prohibía todo posible enlace matrimonial. Aquello satisfacía sus
más profundos instintos. Hacía que apareciera ante todo como una figura
romántica; como una heroína de tragedia. Y le permitía además presentar
una poderosa excusa para no volver a casarse.
»Tal estado de cosas continuó durante cierto número de años. Cada vez que
asomaba el matrimonio, recibía una carta amenazadora.
»Pero ahora nos encontramos con un punto de verdadero interés. Salió a
escena el doctor Leidner, mas entonces no llegó ninguna carta. Nada se
interpuso entre ella y el matrimonio. Nada; hasta que después de casada,
recibió uno de los anónimos. Y en seguida nos preguntamos... ¿por qué?
»Consideremos por turno cada una de las teorías.
»Si la señora Leidner escribió ella misma las cartas, el problema se explica
fácilmente. Quería casarse con el doctor Leidner, y con él se casó. Pero en
tal supuesto, ¿por qué se escribió ella misma una carta después de la boda?
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Asesinato en Mesopotamia
¿Era tanto el deseo de dramatizar su vida? ¿Y por qué solamente dos car-
tas? Después de aquello no recibió ninguna hasta hace año y medio.
»Centrémonos ahora sobre la otra teoría; la de que las cartas las escribió
su primer marido, Frederick Bosner, o el hermano de éste. ¿Por qué se re-
cibió la carta amenazadora después del matrimonio? Parece probable que
Frederick no quisiera que ella se casara con Leidner. ¿Por qué, entonces,
no impidió la boda? Lo había conseguido en ocasiones anteriores. ¿Y por
qué, habiendo esperado a que el matrimonio se consumara, reanudó sus
amenazas?
»La respuesta, poco satisfactoria, es que no tuvo ocasión de interponer más
pronto su protesta. Tal vez estuvo en la cárcel, o en el extranjero.
»Luego, debemos considerar el intento de asfixia por el gas. No parece
posible que lo ocasionara un agente externo. Las personas más indicadas
para planearlo eran el propio doctor Leidner, o su mujer. Aparentemente,
no existía razón alguna de que fuera él quien hiciera tal cosa y, por lo tanto,
llegamos a la conclusión de que fue la señora Leidner la que concibió y llevó
a cabo la idea.
»Por qué? ¿Más drama?
»Después de aquello, el matrimonio viajó por el extranjero y durante die-
ciocho meses llevaron una vida feliz y pacífica, sin que ninguna amenaza le
perturbara. Lo atribuyeron a que habían sabido borrar sus huellas, pero di-
cha explicación es absurda por completo. Irse al extranjero en la actualidad
no tiene objeto alguno en ese sentido. Y en el caso de los Leidner menos
todavía. Él era el director de una expedición organizada por un museo.
Indagando en dicho museo, Frederick Bosner podía haber obtenido en un
momento su dirección exacta... Y aun dando por sentado que se viera aco-
sado por las circunstancias, nada le impedía perseguir a la pareja con sus
cartas amenazadoras. Creo que un hombre obsesionado como él, hubiera
hecho eso.
»Pero en lugar de ello nada se supo de Frederick hasta hace cerca de dos años,
cuando volvieron a recibirse los anónimos. ¿Por qué volvieron a recibirse?
»Es una pregunta difícil, aunque puede contestarse sencillamente diciendo
que la señora Leidner se aburría y necesitaba más drama. Pero yo no esta-
ba satisfecho completamente con tal explicación. Esta particular clase de
drama me parecía un poco demasiado vulgar para que coincidiera con su
personalidad, tan refinada.
»La única cosa que cabía hacer era mantener un amplio criterio sobre la
cuestión.
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Agatha Christie
»Existían tres posibilidades bien definidas. Primera, que las cartas hubie-
ran sido escritas por la propia señora Leidner; segunda, que su autor fuera
Frederick Bosner, o el joven William Bosner, y tercera, que hubieran sido
escritas al principio, bien por la señora Leidner o bien por su primer mari-
do, pero ahora se trataba de falsificaciones. Es decir, que el autor fuera una
tercera persona que estuviera enterada de la existencia de las primitivas
cartas.
»Ahora voy a considerar directamente el ambiente que rodeaba a la señora
Leidner.
»Examinaré primero las oportunidades que cada componente de la expedi-
ción había tenido de cometer el asesinato.
»A simple vista, cualquiera pudo llevarlo a cabo, con la excepción de tres [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]
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